La NASA detecta agua en la superficie de la Luna


La superficie de la Luna, que hasta ahora se consideraba un cuerpo totalmente árido, en realidad contiene finas capas de agua. Éste es el sorprendente hallazgo que acaba de revelar un estudio, difundido hoy por la revista Science, basado en observaciones de instrumentos de la NASAa bordo de la sonda india Chandrayaan-1. Aunque la cantidad de agua encontrada es escasa, el hallazgo podría ser útil en caso de nuevos viajes tripulados a la Luna.

Hace 40 años, cuando los astronautas de las misiones Apolo de la NASA trajeron piedras lunares, las pusieron en cajas que tenían filtraciones. Esto llevó a los científicos a creer que el aire terrestre había contaminado los contenedores y a descartar la idea de que pudiera haber agua en el satélite natural.

Sin embargo, Larry Taylor, de la Universidad de Tennessee, señala en el estudio que las últimas pruebas y experimentos científicos han indicado que esa suposición era errónea. "Si tienes un metro cúbico de suelo lunar y pudieses estrujarlo obtendrías un litro de agua", asegura el investigador.

"Nos equivocamos. Como había filtraciones en los contenedores supusimos que el agua provenía del aire terrestre", explica. Taylor y su equipo científico usaron un instrumento de la NASA montado en la nave india para analizar la luz que refleja la superficie lunar con el fin de determinar sus materiales.

Interacción de moléculas

Ese instrumento detectó longitudes de onda que indicarían un enlace químico entre dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno para formar la molécula de agua (H20). Según el estudio, en la Luna existirían dos tipos de agua: exógeno, proveniente de objetos externos como meteoritos o cometas que han hecho impacto en la superficie, oendógena, es decir, proveniente de su interior.

"Cuando decimos que hay agua en la Luna, no hablamos de lagos y océanos, ni siquiera de charcos. Agua en la luna significa moléculas de agua e hidróxilo (hidrógeno y oxígeno) que interactúan con moléculas de polvo y roca específicamente en las capas superiores de la superficie", explica Carle Pieters, de la Universidad de Brown.

Taylor y su equipo científico señalan que es muy posible que el agua que se ha detectado en la Luna tenga su origen en la interacción del suelo lunar con vientos solares, cadenas de partículas que constantemente llegan desde el Sol. La radiación espacial inicia una reacción química en la que los átomos de oxígeno del suelo adquieren un núcleo de hidrógeno para crear moléculas de agua y moléculas simples de hidrógeno y oxígeno (OH).

La presencia de agua en la Luna podría facilitar la creación de una base en el satélite terrestre, sobre todo si los astronautas pudieran extraerla calentando la superficie. Además, también podría servir como fuente de oxígeno para obtener aire respirable.

El GPS de las mariposas


"El sentido de la orientación de las mariposas reside en sus antenas y no en el cerebro", afirma el investigador Steven Reppert, del Departamento de Neurobiología de la Universidad de Massachusetts. Y asegura, que tal y como un GPS necesita los satélites, estos apéndices necesitan la luz solar para guiarse y encontrar el camino.

La investigación, publicada en la revista Science, tomó como 'animal de experimentación' a la mariposa monarca, capaz de recorrer 4.000 kilómetros en sus migraciones desde varias partes de EEUU y Canadá al centro de México, donde hay incluso una Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca.

Si bien nunca se comprobó de forma empírica, se creía que estos insectos tenían un reloj circadiano en su cerebro que les indicaba cuándo migrar y adónde. Sin embargo, algunas investigaciones ya sugerían que las antenas, "cuya función principal es la de actuar como sensores de olor", tenían cierto papel en todo esto, señala Reppert.

Para averiguarlo, Reppert y sus colegas hicieron varios experimentos. En el primero, extirparon las antenas de algunas mariposas, y las dejaron volar. Observaron que perdían su orientación normal hacia el sur a pesar de que su cerebro seguía funcionando igual.

Después, pintaron a otro grupo las antenas con esmalte oscuro y vieron que tampoco se orientaban bien. Por último, las pintaron con esmalte claro, y vieron que sí se orientaban, por lo que dedujeron que necesitan conocer la posición del Sol para guiarse.

Los autores de la investigación creen que debe de haber más insectos que se orienten de la misma forma. "Aunque todavía no lo hemos comprobado, sospechamos que las abejas también se guían de esta manera", concluye Reppert.